La playa estaba vacía y el sol del atardecer le calentaba la espalda cariñosamente mientras leía su libreta vieja.
La que sacó de su caja de recuerdos una noche y no se atrevió a destapar.
La guardó debajo de la cama y esperó a estar preparada para hacerlo.
La navidad anterior quemó todos sus recuerdos agridulces en la chimenea de casa para poder empezar el año siguiente acumulando recuerdos nuevos llenos de olores distintos.
Pero aquella tarde si se sentía preparada para leer su libreta llena de poemas, llena de tachones, de manchas de tinta y pequeños textos de un pasado que aunque se le antojaba de colores ocres era suyo y le pertenecía.
Cuando terminó, se levantó se limpió la arena un instante, se acercó a la orilla, el mar estaba en calma, los últimos rayos de sol reflejados en el agua dibujaban un atardecer hermoso.
Se desnudó y como si de un ritual se tratase se fue deslizando lentamente, se fue sumergiendo en aquel mar que le acariciaba la piel con cierta ternura. La vieja y triste libreta se hundió enseguida y todas las letras fueron devoradas por la sal.
Cerró los ojos y sus labios dibujaron una sonrisa en silencio.
Por una vez en su vida no pensó en nada.
Una sensación de serenidad y de paz se apoderó de ella.
Se sintió feliz y llena de vida,
atrás quedaron los miedos y las tormentas.
Ahora tan solo podía caminar hacia un presente maravilloso.
La que sacó de su caja de recuerdos una noche y no se atrevió a destapar.
La guardó debajo de la cama y esperó a estar preparada para hacerlo.
La navidad anterior quemó todos sus recuerdos agridulces en la chimenea de casa para poder empezar el año siguiente acumulando recuerdos nuevos llenos de olores distintos.
Pero aquella tarde si se sentía preparada para leer su libreta llena de poemas, llena de tachones, de manchas de tinta y pequeños textos de un pasado que aunque se le antojaba de colores ocres era suyo y le pertenecía.
Cuando terminó, se levantó se limpió la arena un instante, se acercó a la orilla, el mar estaba en calma, los últimos rayos de sol reflejados en el agua dibujaban un atardecer hermoso.
Se desnudó y como si de un ritual se tratase se fue deslizando lentamente, se fue sumergiendo en aquel mar que le acariciaba la piel con cierta ternura. La vieja y triste libreta se hundió enseguida y todas las letras fueron devoradas por la sal.
Cerró los ojos y sus labios dibujaron una sonrisa en silencio.
Por una vez en su vida no pensó en nada.
Una sensación de serenidad y de paz se apoderó de ella.
Se sintió feliz y llena de vida,
atrás quedaron los miedos y las tormentas.
Ahora tan solo podía caminar hacia un presente maravilloso.
¡Guau! Menudo relato, entre el erotismo y el misterio, me encantó.
ResponderEliminarMe gustan esos tacones rojos..., ha sido agradable venir.
Besos.
Sensual y gráfico. Un placer visitarte. Saludos.
ResponderEliminarMirar es proyectar la luz de nuestro propio cuerpo en el cuerpo de otros...Mirar es beber de otras pieles para nutrir la propia...(me gustó el relato)
ResponderEliminarmi beso
Interesante relato...
ResponderEliminarprometedor...eso sí, cambia el fondo de los comentarios que no se leen
ResponderEliminarEmpezar un blog o llegar a él al principio es casi como un voyeur también,me quedo por cierto, me dejo miguitas para no perderme.
ResponderEliminarMe gusta hasta como has jugado con los olores, un besote y feliz semana.
Que bueno.
ResponderEliminarSensual a más no poder.
Saludos.
en esos momentos donde uno no sabe donde esta o donde querría estar el deseo descorre una realidad con un dedo, besos
ResponderEliminarUna delicia de relato.
ResponderEliminarTe dejo mis saludos y deseo
tengas un feliz fin de semana.
un abrazo.